Nos llega este relato conmovedor
de nuestro guia moral y espiritual el Sr. Delio Valdez, el cual refiere a hechos que fueran de público conocimiento, cargado de profundas reflexiones que remite al hondo sentir al
que nos tiene acostumbrados el Maestro.
“Estimada Orquesta Delio Valdez.
En estas noches de inmenso dolor, sumergido en la desolación por los acontecimientos que le han tocado vivir (y por los que le ha tocado morir) el grupo hermano Kombo Kolombia, he dedicado las pocas fuerzas que me quedan a reflexionar sobre la existencia y el devenir.
Mi unica certeza es la senación de que la vida deja surcos imborrables en el alma.
Pienso en las vivencias del ser humano, como elecciones inevitables que implica el vivir...
En aquel momento del existir cuando el ser humano toma dimensión de la frugalidad de la vida, que los momentos que en ella transcurren deben apreciarse como lo que son, momentos únicos e irrepetibles, al punto que nadie podrá nunca jamás revivirlos, por más que estén allí depositados la fuente de la alegría eterna; es en ese momento preciso que se divide de manera fatal el destino personal: o aflora la pasión irrefrenable o la vida comienza una lenta marchitación camino a su fin.
Pienso en las vivencias de cada ser humano, como casualidad única e irrepetible...
En estas noches de inmenso dolor, sumergido en la desolación por los acontecimientos que le han tocado vivir (y por los que le ha tocado morir) el grupo hermano Kombo Kolombia, he dedicado las pocas fuerzas que me quedan a reflexionar sobre la existencia y el devenir.
Mi unica certeza es la senación de que la vida deja surcos imborrables en el alma.
Pienso en las vivencias del ser humano, como elecciones inevitables que implica el vivir...
En aquel momento del existir cuando el ser humano toma dimensión de la frugalidad de la vida, que los momentos que en ella transcurren deben apreciarse como lo que son, momentos únicos e irrepetibles, al punto que nadie podrá nunca jamás revivirlos, por más que estén allí depositados la fuente de la alegría eterna; es en ese momento preciso que se divide de manera fatal el destino personal: o aflora la pasión irrefrenable o la vida comienza una lenta marchitación camino a su fin.
Pienso en las vivencias de cada ser humano, como casualidad única e irrepetible...
Quien puede juzgar acaso el camino escogido por cada uno? Cuantas veces nos ha llegado a nosotros relatos
de vidas aterradores, donde el deseo de terminar con el martirio de la
existencia resulta tan pasional como
para otros representa el deseo de vivir? Acaso alguien puede asegurar
que la vida, por si misma, puede siempre deparar para el ser humano un existir
mejor?.
Dijo el Fausto: ‘dos almas ¡ay
de mí!, imperan en mi pecho y cada una de la otra anhela desprenderse. Una, con
apasionado amor que nunca se fatiga, como con garras de acero a lo terreno se
aferra; la otra a trascender las nieblas terrestres aspira, buscando reinos
afines y de más alta estirpe.’
No podemos amigos, jamás podremos nosotros, juzgar al destino ajeno.
Porque hay allí una experiencia personal sobre el qué, el cómo, el hacia donde…
una experiencia personal de cómo desentrañar una madeja indescifrable a la cual
la humanidad, como un todo, aun no le ha encontrado una respuesta unívoca.
Pienso en la fatalidad de la vida y la muerte, como una mueca siniestra de la suerte.
Pero a veces el destino muestra su peor cara. Nos dice que no
está en nosotros la decisión sobre nuestro existir. Nos reduce a un solo
suspiro, a una mera casualidad temporal, a un soplido de dios. Con una simple
y siniestra mueca del destino. La fatalidad sin control.
A los músicos y técnicos de Kombo Kolombia... el más sentido
homenaje cumbiero”
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