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martes, 26 de febrero de 2013

Surcos en el alma: el adios del Maestro Delio Valdez al Kombo Kolombia



Nos llega este relato conmovedor de nuestro guia moral y espiritual el Sr. Delio Valdez, el cual refiere a hechos que fueran de público conocimiento, cargado de profundas reflexiones que remite al hondo sentir al que nos tiene acostumbrados el Maestro.

“Estimada Orquesta Delio Valdez.
En estas noches de inmenso dolor, sumergido en la desolación por los acontecimientos que le han tocado vivir (y por los que le ha tocado morir) el grupo hermano Kombo Kolombia, he dedicado las pocas fuerzas que me quedan a reflexionar sobre la existencia y el devenir.
Mi unica certeza es la senación de que la vida deja surcos imborrables en el alma.

Pienso en las vivencias del ser humano, como  elecciones inevitables que implica el vivir...

En aquel momento del existir cuando el ser humano toma dimensión de la frugalidad de la vida, que los momentos que en ella transcurren deben apreciarse como lo que son, momentos únicos e irrepetibles, al punto que nadie podrá nunca jamás revivirlos, por más que estén allí depositados la fuente de la alegría eterna; es en ese momento preciso que se divide de manera fatal el destino personal: o aflora la pasión irrefrenable o la vida comienza una lenta marchitación camino a su fin.

Pienso en las vivencias de cada ser humano, como casualidad única e irrepetible...
 
Quien puede juzgar acaso el camino escogido por cada uno?  Cuantas veces nos ha llegado a nosotros relatos de vidas aterradores, donde el deseo de terminar con el martirio de la existencia resulta tan pasional como  para otros representa el deseo de vivir? Acaso alguien puede asegurar que la vida, por si misma, puede siempre deparar para el ser humano un existir mejor?.
Dijo el Fausto: ‘dos almas ¡ay de mí!, imperan en mi pecho y cada una de la otra anhela desprenderse. Una, con apasionado amor que nunca se fatiga, como con garras de acero a lo terreno se aferra; la otra a trascender las nieblas terrestres aspira, buscando reinos afines y de más alta estirpe.’
No podemos amigos, jamás podremos nosotros, juzgar al destino ajeno. Porque hay allí una experiencia personal sobre el qué, el cómo, el hacia donde… una experiencia personal de cómo desentrañar una madeja indescifrable a la cual la humanidad, como un todo, aun no le ha encontrado una respuesta unívoca.
 
Pienso en la fatalidad de la vida y la muerte, como una mueca siniestra de la suerte.
Pero a veces el destino muestra su peor cara. Nos dice que no está en nosotros la decisión sobre nuestro existir. Nos reduce a un solo suspiro, a una mera casualidad temporal, a un soplido de dios. Con una simple y siniestra mueca del destino. La fatalidad sin control.
A los músicos y técnicos de Kombo Kolombia... el más sentido homenaje cumbiero”