No lo podemos
afirmar con total certeza, pero por diversos indicios que surgen de la mera
contemplación de los rostros de sus integrantes y/o las manifestaciones
ocasionales de sus miembros, se observa en
La Orquesta de Cumbia Delio Valdez una especial predilección por las fechas realizadas
en espacio abierto y dedicadas al público en general.
La Delio en la Patagonia. |
El recital en
FIFBA (La Plata) tenía ese condimento, tan apreciado por la Orquesta, y con un
agregado más: era el primer recital masivo, gratuito y al aire libre donde esa
hueste cumbiera había sido gratamente invitada a desplegar su repertorio.
Un grato
desafío. Porque era a las claras, una oportunidad especial, un día único que
sus integrantes no iban a dejar pasar como si nada. Quizá por ello no resultó
un escollo apersonarse a la 9 AM en La Plata para realizar la prueba de sonido.
Cuentan que los más intrépidos, sorteando con elegancia el escollo del madrugón
capitalino, optaron por arremeter el viaje a La Plata el día anterior, y así degustar
el exquisito show de Los Mirlos para luego buscar lugar de pernocte entre las
numerosas familias amigas oriundas de La Plata.
Tampoco resultó
un problema para aquellos que arrancaron ese sábado 7 AM desde Buenos Aires: muñidos
del mate y los bizcochos, arremetieron el objetivo propuesto amenizando la
mañana con charlas banales y un coro de ronquidos digno del Colon.
La prueba de
sonido se realizó con total normalidad, registrando aquella mañana un nivel de
puntualidad y celeridad digna de mención, sobre todo por el horario y el lugar
donde se había fijado aquella proeza.
Y Cuando a las
11 AM se encontraba la horda cumbiera lista para encarar rumbo indeterminado,
dispuestos a derrochar el día entero y hasta el horario del Show en lugar
incierto, apareció la mano salvadora de quién ha sido, es y será amiga de esta
Casa: muñidos de abundante cantidad de carne, pan y vino los alegres cumbieros emprendieron
hacia la casaquinta de Flor, situada en los alrededores de la Plata, donde se
le puso moño a una jornada que desde el principio pintaba para el Top Ten de
las Fechas Inolvidables.
Y allí, una vez
instalados, La Delio Valdez de dedicó a la buena vida, entregándose a lujos y
placeres. Mientras algunos terminaban un sueño inconcluso, utilizando como
colchón el verde césped, de fondo la voz
de Victor Hugo resonaba en la portátil relatando con esmero el clásico de
Avellaneda. Y no faltaron los
deportistas, quienes se apropiaron de la número cinco y se dedicaron al fobal,
aprovechando las extensiones y una red de futbol-tenis que ofrecían las
instalaciones.
Estimados
amigos, no sabemos si la justicia divina existe… y menos aún si es realmente
justa. Considerando la incertidumbre sobre
ese hecho crucial, este Blog aprovecha la circunstancia para ejercer la
justicia terrenal bendiciendo la gracia de aquellos que con esfuerzo evidente y
ejercicio cotidiano se dedican a alimentar a la Orquesta en todos los ámbitos
de convivencia en los que le ha tocado atravesar: sea por su habilidad en el
arte de la cocina o por su evidente capacidad torácica y abdominal, honor y gratitud
a nuestro estimado cocinero!
El hambre (o las
ganas de comer para el caso), culminaron en algún momento impreciso, cuando de
manera simultánea se iniciara el segundo fobal-tenis que diera fin a la
formidable jornada Valdez.
Saludando
calurosamente a los que amablemente nos abrieron sus puertas, La Orquesta se
alistó para encara el regreso a La Plata y disponerse a terminar el día de la
mejor manera posible: tocando unas cumbias.
El Show fue pura
alegría. Una marea de cabezas que se movía al compás de la cumbia contagiaba al
escenario Valdez, quienes devolvían al estimado público presente un sentido,
prolijo y ensayado repertorio.
Sobre el final, como coronación de una noche a puro lujo, sobrevino en el escenario principal Toto la Momposina, con esa banda de músicos deslumbrantes, que culminó con una jornada repleta de emociones.
Sobre el final, como coronación de una noche a puro lujo, sobrevino en el escenario principal Toto la Momposina, con esa banda de músicos deslumbrantes, que culminó con una jornada repleta de emociones.
La consigna de
esa jornada, como la de otras tantas de igual jerarquía emocional, emerge como
emblema y se imprime como tatoo en los
pechos Valdeces: amigos, cumbia, asado y vino…
Todo concluye al fin, estimado amigo. Y sabemos que el paso del tiempo en su derrotero inexorable, voraz e impiadoso transforma en meros recuerdos los momentos sublimes que parecen únicos e invencibles. Quedará aquel día a merced del corrosivo paso del tiempo?. O serán los Valdeces capaces de depositarlos en la bitácora de las mejores anécdotas, donde el pasado vive su eterna redención?.
1 comentario:
son una gran banda. van a llegar muy arriba.
talvez no los vuelva a ver por un tiempo, apenas pueda me mando.
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