Las Cronicas de Caraza

Caraza era una gran incógnita, un inmenso y oscuro signo de pregunta que se cenia sobre sus pensamientos; mas sin importar los peligros que les esperaban, sin dar cuenta de las repetidas advertencias de cautela, los legionarios valdences emprendieron una vez más el accidentado trayecto de la cumbia.  Y así fue pues, que en una invernal tarde noche porteña la escuadra cumbiera, seccionada en dos grandes grupos, comenzó el peregrinaje. Ya que desde este espacio somos acérrimos defensores del buen gusto y las buenas costumbres hemos decidido obviar la historia del grupo de valientes que viajó por vía marítima.  Dícese de ellos que enfrentaron peligros innombrables, que sufrieron al igual que Ulises en su odisea a Ítaca, que remontaron el curso de un casi río espeso y hediondo, habrían recurrido a dudosos métodos y hay importantes sospechas de la fortaleza mental de varios de los valientes, mas todo debe ser perdonado por tanto en sus corazones solo se erguía la flameante bandera del amor y de la música tropical. El otro grupo, comandado por el caballero Broide, apodado devotamente por sus múltiples amantes como “El Oso”, comenzó la travesía desde las bajas tierras de Nuñez. En un principio dominaba en las huestes una sensación de jolgorio y la moral se encontraba intacta, mas cuando se aproximaban al tramo final de la avenida Sáenz los hombres divisaron algo que les helo la sangre. Imponente y lúgubre se alzaba el Puente Alsina, parecía la puerta al mismísimo infierno, mas solo era la puerta al conurbano bonaerense.  En los minutos subsiguientes, reino el silencio y la noche cayó más pesada que nunca sobre las armaduras de los caballeros. Los comandados por Broide atravesaron no sin algún sobresalto los inciertos caminos de Valentín Alsina y Villa Fiorito, hasta que en la entrada de Caraza se enfrentaron con un feroz monstruo de 4 brazos… en principio lo combatieron a punta de espada, hasta que se dieron cuenta que a la criatura se le daba bien el faso, la bebida blanca y la compañía femenina, fue en un extraño arrebato de lucidez que uno de los caballeros le acerco una botella de ron y un paquete de next y logró neutralizar a la temible bestia.  

Sorteado este último obstáculo la legión cumbiera arribó a destino y se reunió con la otra parte del grupo. Los caballeros fueron recibidos como verdaderos héroes, con gritos de aliento y admiración,  también fueron convidados con una regocijante variedad de achuras y carnes que supieron rociar con otra botella de ron clandestino. Luego de ultimar algunos detalles la agrupación cumbiera se dedico a realizar la tarea para la cual había sido convocada. Sonaron los primeros acordes de cumbia y el resto ya es historia conocida: baile,  pachanga y alegría. El balance fue más que positivo, los vecinos acercaron muchos alimentos y donaciones que posteriormente fueron repartidos por 3 comedores de la zona.

Terminamos la crónica con una entrevista con los protagonistas de esta noche memorable: