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La Rebelión.
En los años mil seiscientoscuando el tirano mandóLas calles de Cartagenaaquella historia vivió.Cuando aquí llegaban esos negrerosAfricanos en cadenas besaban mi tierraEsclavitud perpetuaCoro:Esclavitud perpetuaEsclavitud perpetuaQue lo diga salomey que te dellego, llego, llegoUn matrimonio africanoEsclavos de un españolEl les daba muy mal tratoy a su negra le pegóY fue allí, se rebeló el negro guapoTomo venganza por su amorY aún se escucha en la verjaNo le pegue´ a mi negraNo le pegue a la negraNo le pegue a la negra
Llegamos a Plaza Flores 16 hs. un poco cansados. La noche LDV del Viernes en Palermo Club había terminado en la mañana del sábado. Otra bailanta con acordeón había atado la luna con el sol (Zitarroza dixit).
Una imagen me despabiló. Vi a la arquetípica Doña de Barrio, sonriendo ante el endiablado paso del que por las noches calienta el banco de la plaza (que pensará el uno del otro cuando se ven, al pasar, en la semana?). Y vi a ese hombre, al que el tren de la vida lo confinó al furgón trasero, desparramar su fuego interior al son de los tambores regalando a los presentes un poco de su rica cultura.
Entrado el Siglo XX comenzaron a surgir las primeras orquestas de Cumbia, las cuales incorporan instrumentos e influencias de las grandes bandas de Jazz a la música tradicional colombiana de la costa caribeña. Así, importantes compositores de la época comienzan a incursionar en este rubro, el cual bajo su nuevo formato alcanza popularidad internacional.
La historia cuenta que un grupo de gurrumines, luego de juntarse a tocar unas cumbitas, salieron por Palermo con sus instrumentos a cuestas en busca de un bar donde calentar los huesos.